
Chaco -La noticia de la cesantía de la médica que certifico erróneamente la muerte de Luz Milagros, coincide con las huelgas para solicitar condiciones de la calidad de atención hospitalaria convocadas por diversas entidades y gremios.
Estas condiciones son más recursos, en personal, equipo e insumos y sobre todo aumento salarial. Las mismas razones generaron la revuelta policial a fines del año pasado, e impiden ahora el inicio de clases.
Más recursos para salud implican menos para educación o seguridad, puesto que la caja es siempre la misma, o como alternativa menos obra pública. Estas decisiones son políticas y no técnicas, y son adoptadas, al menos en teoría, por los representantes del pueblo al aprobarse el presupuesto, y es lógico que cada sector trate de apoderarse de la mayor porción posible, lo cual es en esencia la política, o arte de repartir la torta, que deja siempre descontentos, se haga como se haga.
Como se puede apreciar hay una tendencia a crear grupos chicos de protestones. Esto permite negociaciones insolidarias pero más sencillas de resolver para el administrador, y por eso el salario de todos los entes pequeños son más altos que los de la administración general, y los de algunos directivos de los mismos superan varias veces al del gobernador, provocando su indignación.
Es función del estado garantizar la atención médica de la población, con calidad adecuada, según reza el art 42 de la Constitución Nacional, y 47 de la Constitución Provincial, en la forma que determine la ley, y esto ya no es político, sino técnico al menos en parte, puesto que también depende de la satisfacción del usuario, y la combinación de fallos en ambas dimensiones originó el caso Luz Milagros, aunque su manejo posterior pareció muy poco técnico, y antiético en algunos momentos.
La revisión periódica de los fallecidos, o no curados luego de su internación, puede ser útil para mejorar la calidad de atención, detectando los fallos y déficits. El doctor Barberis al iniciar la residencia de medicina rural en el Hospital de Las Breñas en 1981 lo hacía una vez por semana con los residentes, y encontraron que la mayoría de los fallos dependían de problemas de organización del hospital, coordinación interna y muy secundariamente de la ausencia de especialistas o equipo. El trabajo fué presentado y premiado en las Jornadas de la Asociación Médica del Chaco, y publicado luego en la Revista de la Sociedad de Medicina Rural de Neuquén, y muchos otros estudios que han mostrado los mismos hallazgos no han impedido sin embargo que se siga considerando que lo más importante para mejorar la calidad de atención es proveer nuevos edificios, más equipo y más médicos especialistas.
Quizás el más importante realizado en Argentina fue coordinado por el doctor Gianantonio, conocido pediatra, comparando los resultados que obtenía el viejo Hospital para la Madre y el Niño de Resistencia, considerado en el momento del estudio el más básico del país, y el Hospital Gutiérrez, o Casa Cuna, de Buenos Aires, considerado el más complejo. Sobre el mismo tipo de casos ambos hospitales curaban el mismo porcentaje de pacientes, y los fallos eran también problemas de coordinación.
Una extensa revisión de los estudios hecha por OPS/OMS mostró que la mayoría de los factores de los cuales se suponía depende la calidad de atención no eran importantes, salvo la disponibilidad de personal de enfermería, y la misma conclusión acaba de ser publicada en la prensa médica. El aumento o disminución del personal de enfermería aumenta o disminuye las probabilidades de morir de los pacientes. Por cada paciente que se agrega a una enfermera, la probabilidad de morir aumenta 7 % (Lancet 26/2).
En todos estos estudios se asume que la calidad depende de un conjunto de factores que pueden mejorarse, y excepcionalmente habrá un solo responsable. Lo mismo se hace en aviación, una actividad en la que como los pilotos van en el avión con los pasajeros, ellos se preocupan por todos los detalles, y cuando cae un avión se trata de reconstruir toda la cadena de factores para evitarlos en el futuro.
La cesantía de la médica que certificó la muerte de Luz Milagros es por el contrario la vieja política del chivo expiatorio. Todas las culpas se cargan sobre una persona y se la sacrifica.
Si todo profesional que comete UN solo error de diagnóstico o tratamiento fuese cesanteado no quedaría nadie en poco tiempo en los hospitales, y lo único que se consigue con medidas de este tipo es mayor ocultamiento de los errores, lo inverso de lo necesario para mejorar la calidad de atención. Supongo en el futuro para firmar un certificado de defunción en el Hospital Perrando se solicitará que lo hagan los neurólogos previo electroencefalograma, aunque ello reduzca la disponibilidad de los mismos para los pacientes que aún están vivos, y esto no es una metáfora, puesto que he visto ejemplos aún peores, si de»zafar» se trata.
Alfredo Zurita
Profesor Titular de Salud Pública,Facultad de Medicina
UNNE
Fuente:»datachaco.com»