
El Ministerio de Salud de la Nación impulsa los ensayos clínicos para evaluar la efectividad del uso de plasma de pacientes recuperados de COVID-19. Los estudios se centran en evaluar si el tratamiento es efectivo en los inicios de la infección, antes de que el paciente desarrolle enfermedad pulmonar grave y que ingrese a respiración mecánica
En el marco del plan estratégico para regular el uso terapéutico de plasma de pacientes convalecientes de COVID-19, el Ministerio de Salud de la Nación convoca a las personas que hayan obtenido el alta definitiva de COVID-19 a que donen para poder continuar con los ensayos clínicos.
La cartera de Salud impulsa los ensayos clínicos en instituciones públicas y privadas del país concentrados en un registro único. “La mayoría de estos ensayos clínicos se focalizan en investigar si el plasma es efectivo en los inicios de la infección, antes de que el paciente desarrolle enfermedad pulmonar grave”, explicó el coordinador de la Dirección de Sangre y Medicina Transfuncional, Daniel Fontana.
Si bien aún este tratamiento no ha demostrado su efectividad, se estudia la hipótesis de que el plasma puede ser beneficioso para impedir que la enfermedad COVID-19 evolucione a etapas más graves y que el paciente ingrese a respiración mecánica.
Además de los ensayos clínicos, se crearon protocolos para el uso extendido de plasma para personas que están atravesando las primeras etapas de la enfermedad sin lesión pulmonar severa. “Los protocolos se entregaron a las 24 jurisdicciones para trabajar coordinados”.
Si bien el resultado del acceso extendido no puede ser utilizado para evaluar la efectividad del uso terapéutico de plasma de pacientes recuperados ya que se transfunden personas que en paralelo reciben otras medicaciones, las observaciones permiten sumar información.
Finalmente, Fontana destacó que el objetivo es promover y continuar estos ensayos y el acceso extendido en pacientes en etapas iniciales de la enfermedad, además de desestimar el uso compasivo del plasma porque ya se demostró su ineficacia. es decir, que se suministra en casos específicos y a pesar de que la evidencia sobre su efectividad no sea concluyente al respecto.
Proyecto de investigación de la Fundación Infant
En la actualidad, en Argentina existen diversos proyectos de investigación –como el que encabeza la Fundación Infant o el Hospital Italiano–, mientras que otras apuntan al uso compasivo, es decir, que se suministra en casos específicos y a pesar de que la evidencia sobre su efectividad no sea concluyente al respecto. Desde el ministerio de Salud bonaerense, por ejemplo, se promueve la donación entre quienes se recuperaron.
El estudio que está llevando a cabo la Fundación Infant plantea la hipótesis de que si administran plasma de convaleciente a una persona de alto riesgo muy tempranamente se podría bloquear al coronavirus antes de que se convierta en una enfermedad más grave y así se lograría disminuir su mortalidad y descomprimir la demanda del sistema de salud.
En este proyecto la gente participa de manera voluntaria. Se realiza en diversos hospitales públicos y privados de Buenos Aires y de CABA, como el San Juan de Dios (La Plata), el Evita Pueblo (Berazategui), Los Arcos y el Hospital Militar. El estudio es de carácter aleatorizado, de manera que los investigadores y los médicos encargados no deciden a quién le suministran plasma y a quién un placebo. Además, es “doble ciego”: nadie sabe a quién le tocó el tratamiento real y a quién le tocó el control. Desde esta perspectiva, los investigadores quieren observar cuántos progresaron y cuántos no lo hicieron. Recién lo sabrán en el mes de julio. Según los científicos de la Fundación Infant, el primer objetivo de esta investigación es “generar evidencia para la toma de decisiones políticas”.
¿Quiénes pueden donar?
Las personas con diagnóstico confirmado de COVID-19 y que se hayan recuperado totalmente estarán en condiciones de donar su plasma por un método denominado de aféresis (técnica mediante la cual se separa el plasma de la sangre, y son devueltos al torrente sanguíneo el resto de sus componentes) pasados 14 días de su recuperación y contando con una prueba negativa para COVID-19.
Quienes sean potenciales donantes no deben tener antecedentes transfusionales (no haber recibido transfusiones previamente). Y deben carecer de antecedentes gestacionales o abortos.
Deberá cumplir con todos los requisitos exigidos para un donante de sangre habitual, los mismos podrán visualizarse en: https://www.argentina.gob.ar/salud/donarsangre/quienes
Además, previo a la donación, deberán firmar un Consentimiento Informado específico que explicita que su donación se realiza para ser utilizada para pacientes que ingresen en el Ensayo Clínico Nacional.
Las personas recuperadas de COVID-19 poseen en el plasma de su sangre anticuerpos que podrían beneficiar a quienes están cursando la enfermedad. No se ha demostrado hasta la actualidad en forma fehaciente la seguridad y la eficacia de este tratamiento.
Por tal motivo, el Ministerio de Salud de la Nación comenzó un Ensayo Clínico Nacional para evaluar los riesgos y beneficios de este tratamiento iniciando en la Región Metropolitana.
A través de un gesto voluntario y solidario los pacientes recuperados de COVID-19 estarán en condiciones de ingresar al Ensayo Clínico Nacional el que permitirá evaluar los beneficios de este tratamiento y de esta manera poder ofrecer una posible nueva alternativa para el tratamiento de los pacientes que están cursando con COVID-19.
Las experiencias en el mundo
La donación de sangre de pacientes recuperados es una estrategia que ya fue empleada en otras epidemias históricas. La gripe española (1918) constituye el antecedente más importante del que la bibliografía médica tiene recuerdo. Más recientemente se utilizó con cierto éxito durante la pandemia de SARS de 2003, la pandemia de influenza H1N1 de 2009 y el brote de ébola de 2015 en África. Después de un estudio previo en la pandemia por covid-19, donde un puñado de pacientes críticos en China mostró una mejoría, los médicos de este centro decidieron usar la terapia de suero convaleciente. También ocurrió en otros casos más cercanos: con la fiebre hemorrágica argentina, producida por el virus Junín, también fue utilizada. Esa fue la contribución histórica de Julio Maiztegui, que tuvo la brillante idea de aprovechar el plasma del convaleciente reciente para disminuir –en 10 veces– la mortalidad para este tipo de infecciones.
Los primeros experimentos para COVID-19 fueron desarrollados en Wuhan (origen de la pandemia) y hoy se desarrollan en diversas latitudes. Las investigaciones publicadas en revistas de prestigio –como The Lancet– por especialistas de todo el planeta indican que el procedimiento es satisfactorio en la gran mayoría de los casos.